El Senado de Brasil aprobó este miércoles una norma con la que se prohíbe la venta de lo que ellos denominan «comida chatarra» en los colegios de enseñanza básica. Pretenden así promover la alimentación sana y combatir los altos índices de obesidad que existen en el país. Con todo, esta ley aún precisa del visto bueno de la Cámara de Diputados.
Si sale adelante, con esta normativa se podrá sancionar a los comedores escolares que vendan «bebidas con bajo contenido nutricional», así como «alimentos muy azucarados, con mucho sodio y con grasas saturadas».
Y es que, según los responsables políticos del país «la obesidad ha avanzado a pasos agigantados», y por ende, «las enfermedades relacionadas con la mala alimentación», razón por la que «muchos estados han optado por restringir» la venta de productos «no saludables en las escuelas».
De hecho, el Instituto Brasilero de Geografía y Estadística (IBGE) reveló datos en los que se muestra que el sobrepeso «afecta a la mitad de la población brasileña». Asimismo, el Ministerio de Salud detalla que las enfermedades «que se vinculan con la obesidad cuestan al Estado alrededor de US$ 240 millones anuales».
Estados Unidos
Esta normativa sigue la estela de otras, como es el caso de Estados Unidos. Alli, a finales del mes de junio conocíamos que ya no habrá patatas fritas, donas, bebidas azucaradas ni galletas en la hora del recreto en ninguna de las 100.000 escuelas de Estados Unidos.
Así, los kioscos, casinos y máquinas expendedoras de los colegios están cambiando estos productos por otros más saludables que «no sobrepasen las 200 calorías por porción, no superen los 230 mg de sodio y cuyo aporte de azúcar no represente más del 35% del total de calorías del producto», según recoge la norma.
Este reglamento sólo permite la venta de productos poco saludables fuera del horario de clases y en días de fiesta. La medida llegaba después que la Asociación Americana de Médicos calificara la obesidad «como una enfermedad» ya que «en EE.UU. el 20% de la población infantil es obesa».
Chile
También en Chile se trató de hacer con la llamada Ley Súper 8. En este caso no prohibía la comida basura en los colegios, pero buscaba «fijar un etiquetado a partir de límites saludables de grasa, sodio y azúcar».
Sin embargo, según diversos medios locales, tras casi un año de que se publicara en el Diario Oficial del país aún no existe reglamente o texto que la materialice. Y es que, también aquí según diversas fuentes, «un 27% de los niños entre cinco y 17 años tiene sobrepeso y un 10,3% de los menores de 5 años tiene obesidad».
España
Por cierto que hace pocos días también conocíamos que los colegios privados y concertados de España no cumplen las normas que limitan la comida basura y los refrescos altos en azúcar. Esa es una de las conclusiones de un estudio llevado a cabo en la Comunidad de Madrid.
Las buenas noticias, dicen sus responsables, son que en los centros públicos de educación primaria «no hay máquinas que ofrezcan refrescos azucarados o comidas altas en grasas». Las malas «es que estas sí que existen en colegios privados y concertados y que sus responsables ni siquiera saben que hay una normativa firmada en 2005 que limita el acceso a esas máquinas y controla el tipo de comida que venden».
«Uno de cada tres niños en España está obeso o sufre sobrepeso, un problema que se ha triplicado en dos décadas», alerta el estudio publicado en Gaceta Sanitaria y dirigido por investigadores del Instituto de Salud Carlos III, dependiente del Ministerio de Economía y Competitividad.
Así, recordamos que en 2005 el Gobierno puso en marcha una nueva estrategia contra la obesidad infantil, la Naos. Como parte de aquel plan, el Ministerio de Sanidad y los empresarios del sector de la venta automática firmaron un acuerdo voluntario para reducir el acceso de los estudiantes de primaria a refrescos altos en azúcares y alimentos altos en grasas o sal.
La nueva normativa tenía como objetivo reducir este problema limitando el acceso a máquinas de vending de los alumnos de primaria, retirando la publicidad de ellas, los productos de comida basura y los refrescos altos en azúcares, entre otras medidas.
REDACCION gastronomia.com