Concretamente a uno de los restaurantes que representan a la perfección el contraste que se produce en apenas 10-15 kilómetros; donde se dejan de ver turistas, hoteles y chiringuitos, y donde Portugal se convierte en el país de ambiente romántico y decadente de pequeños pueblos con tradiciones arraigadas y una gastronomía rica y variada.
El restaurante Veneza se encuentra en la carretera que va de la costa a Paderne, unos pocos kilómetros antes de llegar a esta localidad. Lo primero que destaca al llegar es la decoración. Toda la gran sala está rodeada de estanterías que forman la mayor bodega que haya visto en un restaurante. Los vinos están clasificados por procedencia y dan un ambiente muy cálido y tradicional. También provoca que te tiemblen las piernas cuando el camarero te pregunta que vino quieres tomar, es imposible decidir entre miles de botellas expuestas! Dejándome aconsejar probé un Joao Clara de 2010, un crianza del Algarve.
La cocina del interior se aleja de lo que todo el mundo relaciona con el Algarve. Abundan los guisos, las carnes asadas, los potajes y caldos, y en general todo lo que tiene que ver con la geografía de la zona, que destaca por sus pequeñas montañas cubiertas de vegetación.
Además de la carta, siempre hay platos del día. De primero nos recomendaron la sopa de feijao montanheira; un caldo muy especial y contundente, donde se distinguían estupendas habas, mucho repollo, morcilla típica de la zona, algunas carnes de cocido y vegetales, con un caldo con un sabor muy intenso. Una delicia; incluso nos planteamos pedir otra sopa de postre, la visita ya había merecido la pena.
De segundo nos decantamos por dos platos típicos del día; primero un ensopado de cordero; que consistió en una carne asada al punto con una salsa exquisita bajo la que reposaban panes mojados, con un toque de menta. Una forma especial de presentar un plato tan tradicional.
Además tomamos cachazo de porco; una parte del pescuezo del cerdo muy jugoso acompañado de unas patatas y unos ajos asados.
Todos los platos vienen acompañados de un plato típico de la zona, las papas de milho, una especie de puré elaborado con harina de maíz.
La relación calidad precio de la cena fue muy buena; y la experiencia mereció mucho la pena, el local es digno de ver. Os aconsejo que os acerquéis a este restaurante para salir de la rutina de gastronomía de mar, y adentrarse en la deliciosa comida de montaña del Algarve portugués.
Escribir con la Boca Llena
