El pescado madrileño: tradición castiza en tierra sin mar

El pescado madrileño: tradición castiza en tierra sin mar

Madrid, a pesar de no tener costa, ha sabido convertir el pescado en parte esencial de su identidad culinaria. Desde el siglo XVI, cuando Felipe II estableció la capital en esta villa castellana, comenzaron a llegar productos del mar desde los puertos de Galicia, Cantabria y Andalucía. El pescado fresco se transportaba en carros con nieve o sal, lo que dio origen a platos como el besugo a la madrileña, símbolo de las celebraciones navideñas.


El ingenio madrileño transformó la escasez en creatividad. Así nacieron recetas que combinan sencillez y sabor, como el bacalao rebozado, el besugo al horno con limón y laurel, y el icónico bocadillo de calamares, que se popularizó en el siglo XX como comida rápida castiza.

El bocadillo de calamares: emblema de la Plaza Mayor

Este sencillo pero sabroso bocadillo se ha convertido en uno de los platos más representativos de la ciudad. Elaborado con calamares fritos en harina y servido en pan crujiente, es una parada obligada para turistas y locales. Su origen se remonta a los bares cercanos a la Plaza Mayor, donde se ofrecía como alternativa económica y rápida para los trabajadores y visitantes.

Hoy, el bocadillo de calamares es más que una comida: es un símbolo de identidad madrileña. Se reinventa en versiones gourmet con alioli, tinta de calamar o pan artesanal, sin perder su esencia popular.

El pescado en la cocina contemporánea madrileña

La gastronomía madrileña ha evolucionado sin perder sus raíces. Restaurantes como DiverXO, liderado por el chef David Muñoz, reinterpretan el pescado en clave vanguardista, fusionando sabores asiáticos y mediterráneos. El besugo, el rodaballo y el atún rojo se presentan en formatos innovadores que sorprenden al paladar.

Además, mercados como el de San Miguel y el de Chamartín ofrecen pescados frescos de alta calidad, acercando el mar a la mesa madrileña. La sostenibilidad también gana protagonismo, con propuestas que valoran especies locales y respetan los ciclos marinos.

Pescado madrileño: tradición que se adapta

Aunque Madrid no tenga mar, su relación con el pescado es profunda y versátil. Desde las tabernas tradicionales hasta los restaurantes de autor, el pescado madrileño refleja una cultura que sabe adaptarse, celebrar y reinventarse.

La capital demuestra que la distancia geográfica no limita la pasión culinaria. El pescado madrileño es testimonio de una ciudad que transforma lo imposible en sabor, y lo cotidiano en patrimonio gastronómico.





 

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