La cocina cromática es la rama que se preocupa por preparar los platos teniendo en cuenta qué sensaciones nos transmiten los ingredientes escogidos en función de su color. De este modo colores fríos como los azules, grises o verdes, provocarán que nuestras ganas de comer disminuyan, al recordarnos a elementos como la nieve o el hielo. Por el contrario, colores más cálidos y estimulantes como los amarillos y rojos en cualquiera de sus variantes nos darán sensación de hambre.
Una buena forma de elegir los colores es la de usar un máximo de tres y que sean o bien fríos, o bien calientes. Si lo que se quiere es transmitir armonía, se colocarán en un mismo plato tonos cromáticos de un único color y de la misma familia de frío o calor; por otro lado si se busca jugar con el contraste, mezclaremos estas dos gamas o usaremos colores que sean complementarios. Como curiosidad, está comprobado que los platos más demandados en los restaurantes son los que tienen como predominante los colores tierra.
Además del factor del color, la combinación y distribución de los mismos en el plato también influirá y mucho en la sensación que se le transmita al comensal, aunque a simple vista pueda no parecerlo. De esta forma, es muy recomendable decantarse por los colores más oscuros para las zonas pequeñas, con el fin de resaltarlas; y los colores más claros para las más amplias.
REDACCIÓN MENUS.ES
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