Durante los meses de invierno y hasta abril, es tiempo de calçotadas en Tarragona y en prácticamente toda Cataluña. Estas fiestas gastronómicas tienen como protagonista una variedad de cebolla blanca, tierna y dulce que se cultiva de una forma especial para que sean alargadas. La palabra calçot tiene de hecho su origen en esa forma de cultivo en la que el brote inicial de cebolla se calza, o "calça" en catalán, con más tierra, obligando a la planta a estirarse en busca de la luz.
La tradición manda asar los calçots sobre una parrilla o entre alambres con llama viva de sarmientos hasta que las capas exteriores están negras y entreabiertas, echando agua. Esta es la señal de que debemos sacarlos del fuego y envolverlos en varias hojas de papel de periódico para que acaben de cocerse con su propio calor.
Los calçots deben comerse con las manos, pelando las capas exteriores, y acompañados de una salsa denominada salvichada o salsa romesco, elaborada con ñora o pimiento choricero, tomates maduros, ajo, aceite de oliva, almendras, pan duro y perejil, según la receta más extendida. Terminar con las manos negras e incluso con la ropa manchada de salsa es más que habitual a la hora de participar en estas fiestas gastronómicas tradicionales en Tarragona, donde se cultivan los calçots amparados por la IGP Calçot de Valls, que rápidamente se han extendido por toda Cataluña e incluso fuera.
Las tiendas online de venta de calçots son el mejor ejemplo de cómo se ha actualizado una tradición cuyo origen se atribuye a Xat de Benaiges, un campesino de la zona de Valls, que por descuido, preparó a la brasa unas cebollas que sobrecalentó. Se quemaron todos por la parte exterior y, en lugar de tirarlos, peló las capas más externas quemadas, descubriendo que su interior estaba muy tierno y sabroso
Mercabarna prevé vender entre un 10 y un 15% más de calçots esta temporada, alcanzando los 13 millones de unidades. Los mayoristas aseguran que existe abundancia de producto y una mayor demanda de la restauración, cuyas compras han aumentado un 25% respecto al año pasado. Además, en mercados y fruterías de Barcelona se lleva a cabo este año una campaña para potenciar el consumo de calçots en casa.
