Desde mayo y hasta finales de agosto, se recolecta la trufa de verano o trufa de San Juan (Tuber aestivum), una variedad menos conocida que su hermana de inverno, la Tuber melanosporum, pero también de gran valor gastronómico.
Su aspecto exterior es igual a la de invierno, negra y con verrugas piramidales, y su interior es blanco y va adquiriendo tonos avellana a medida que madura. Tiene un olor y sabor más suaves que la conocida trufa negra lo que la hace especialmente adecuada para platos de temporada, más ligeros.
Su valor económico se sitúa muy por debajo de la trufa negra. Mientras que la Tuber melanosporum puede llegar a los 800 euros por kilo, la trufa de San Juan se puede adquirir por precios que varían entre los 80 y los 150 euros.
En diferentes zonas productoras de Castilla y León y Aragón aprovechan el mes de junio para promocionar la trufa en ferias locales en las que las demostraciones gastronómicas tienen cada vez mayor peso. Los truficultores españoles tiene un gran competidor en el mercado, Hungría, el mayor productor europeo de esta variedad estacional. Sus exportaciones crecen de año a año, sobre todo hacia Italia, Francia y España.
