Un vaso para cada cosa y cada cosa en su vaso. Eso dicen los puristas, aunque para la mayoría de las bebidas hay varias opciones dependiendo de lo que queramos conseguir.
Hoy queremos hablar del Champagne. Y de la eterna batalla que libran aquellos que defienden la copa estilizada frente a la achatada. Tradicionalmente la copa más utilizada es aquella que tiene forma de tulipán. El motivo es que así se facilita que salga la espuma y con ella todo su aroma. Pero ojo, aunque su efervescencia se echa a perder mucho más deprisa en las de boca ancha su uso también está bastante extendido. Entonces, ¿qué es mejor?
La respuesta a la gallega, depende. Según una universidad francesa, que se tomó la molestia de medir el gas carbónico y el etanol en dos copas de champagne (una alta y una ancha). Se descubrió que el gas carbónico permanece con una concentración mayor en la copa alta y que la concentración de etanol baja cuanto más fría esté la copa.
Parece que su conclusión sería que champagne ha de tomarse siempre en copa alta y lo más fría posible, eso siempre y cuando no queramos hacer un combinado… O nos guste más el champagne con menos burbuja!
REDACCIÓN MENUS.ES