Este alimento es por lo general visto como un postre saludable y ligero ideal para después de una comida o la merienda. Sin embargo, no todo el mundo está al tanto de que lo podemos encontrar en el mercado en dos versiones: vegetal y animal; y que además, presenta una gran cantidad de aplicaciones más allá de la cocina.
La de origen animal se obtiene del colágeno que se encuentra en los huesos, piel y tejidos de cerdos y vacas. Sin embargo, a pesar de contener gran cantidad de proteínas, casi no tiene aminoácidos esenciales y por lo tanto, no aporta tantos beneficios a nuestro organismo. Por eso no deben sustituir en ningún momento a pescados, carnes o lácteos.
Además, hay que añadir que las gelatinas que se venden de forma industrial y están hechas para atraer la atención de los más pequeños de la casa contienen demasiados azúcares. Es mucho más recomendable optar por las recetas tradicionales, que además no contienen casi colesterol ni grasas.
La otra versión es la vegetal, que también se conoce como agar-agar y se obtiene de diferentes especies de algas, sobre todo las rojas Gelidium. Su poder gelificante es muy superior a la de origen animal y por tanto, también es más beneficiosa desde el punto de vista nutricional. Además se puede someter a altas temperaturas. Al igual que la otra modalidad, su aporte calórico es prácticamente nulo y tiene mucha fibra y minerales.
Sus usos son muy amplios y la encontraremos por supuesto en la industria alimentaria, -como espesante, aglutinador o gelificante-, en la farmacéutica, -recubriendo algunas cápsulas por ejemplo-, e incluso en el campo de la fotografía, al ser un material adecuado para entre otras cosas hacer papel de color.
REDACCIÓN Gastronomia.com