El escanciado de la tradicional sidra asturiana es una costumbre con siglo y medio de antigüedad que identifica a esta región por todo el mundo. La razón por la cual se sirve la bebida de esta peculiar forma se debe a querer conseguir la aparición de burbujas, por lo que es necesario un contacto fuerte del líquido con el vaso. De este modo se consigue que el carbónico de la sidra se mezcle con el oxígeno presente en el aire, potenciando su aroma y sabor.
Los escanciadores profesionales han hecho de este acto todo un arte que turistas y extranjeros desean ver e intentan imitar. Pero, ¿conoces cuáles son algunas de las normas básicas para escanciar bien la sidra?
Lo primero que necesitamos es por supuesto, un vaso ancho y una botella de sidra. Debemos encontrarnos de pie y nuestra posición ha de ser recta pero no rígida, para procurar que el líquido de la botella caiga sin necesidad de tener que mover la mano. La sidra tiene que fluir en un chorro continuo.
El brazo que sostiene la botella debe estar completamente estirado y por encima de la cabeza, para que la distancia de la caída de la sidra sea la mayor posible. Hay que sujetar la botella con la mano colocada del centro hacia atrás; así podremos manejar mejor el peso.
El otro brazo será el encargado de sostener el vaso y debe estar señalando hacia abajo, estirado y en una posición cercana al centro del cuerpo. Los dedos pulgar e índice de la mano son los que se ocuparán entonces de sujetar el vaso, el dedo corazón se colocará en el culo del vaso y el anular y el meñique se recogerán sobre la palma de la mano.
También es imprescindible sujetar el corcho de la botella. Esto se hará con los dedos anular y meñique teniendo mucho cuidado de que no se caiga.
Al terminar el escanciado debemos girar la botella para conseguir un perfecto acabado y corchar inmediatamente la botella para que no pierda el gas.
REDACCIÓN Gastronomia.com