La cocina tradicional japonesa, el washoku, ya forma parte del patrimonio cultural inmaterial de la Unesco. Se trata de una decisión celebrada por las autoridades de aquel país, que esperan ahora potenciar el turismo y las exportaciones de alimentos.
La decisión se produjo en la última reunión del comité intergubernamental de la Unesco celebrado en Baku (Azerbaiyán) en la que también se incluyó en la lista la técnica coreana de conservación y sazonado kimchi, el café a la turca y un antinguo método georgiano de vinificación, el kvevris.
Además, la Unesco también decidió declarar patrimonio inmaterial la dieta mediterránea, representada por Chipre, Croacia, España, Grecia, Italia, Marruecos y Portugal. Recordamos que la dieta mediterránea y se había inscrito en los inventarios del patrimonio cultural inmaterial de los cuatro Estados y se va a incluir, anuncia la Unesco, en un inventario transnacional del Mediterráneo que está en fase de elaboración.
Por lo que respecta al washoku, según la Unesco se merece este reconocimiento por ser una práctica social basada en un conjunto de competencias prácticas, tradiciones y conocimientos vinculados a la producción, tratamiento, preparación y consuo de alimentos. Un patrimonio que va unido al principio esencial de respeto a la naturaleza y uso sostenible de los recursos.
En este sentido, explican, los rasgos sociales y culturales característicos del washoku se manifiestan, sobre todo, en las fiestas del Año Nuevo, cuando los japoneses preparan diferentes manjares para dar la bienvenida a las divinidades el año entrante. Además, cada uno de ellos tiene un significado simbólico diferente y todos ellos se sirven en una vajilla especial y son compartidos por la familia o comunidad, seno en el que se transmiten de generación en generación.
«La cocina japonesa se ha convertido ya en una comida global. Ahora este reconocimiento se incrementará con toda seguridad. Espero que la gente de todo el mundo se familiarice con ella y la promueva», decía Yoshihiro Murata, chef del estrellado restaurante Kikunoi, de Kioto y Tokio, y uno de los primeros cocineros en llamar la atención pública de su país paran pedir que el washoku fuera patrimonio cultural de la humanidad.
REDACCION gastronomia.com