Como ya hemos hablado en otras ocasiones, son muchos los factores que hay que cuidar para que el vino se pueda considerar de calidad. Una vez elaborado el caldo, los consejos para su conservación óptima continúan y entre ellos habrá que tener muy en cuenta cuál es la temperatura de cada uno de ellos.
Los vinos blancos son los que necesitan guardarse a temperaturas más bajas. En concreto los blancos dulces, cavas y champañas deben estar entre los 6 y los 8 grados centígrados; y lo mismo en el caso de los blancos dulces.
Con respecto a los vinos verdes, blancos afrutados, finos o manzanillas, la temperatura correcta estaría entre los 8 y los 10 grados centígrados, que se pueden alcanzar metiendo la botella en un recipiente con hielo y sal gorda durante 20 minutos. Otra opción es guardarla en el frigorífico una hora.
Los caldos blancos con casta, claretes y rosados deben encontrarse a unos 10 y 12 grados menos que el ejemplo anterior. Si hablamos de tintos ligeros y jóvenes, la temperatura tendrá que rondar los 12 y 14 grados centígrados.
La gran mayoría de tintos, olorosos y Madeiras, se pueden considerar chambrés, por tener que estar a una temperatura de la habitación, entre los 14 y 17 grados centígrados. Los que más temperatura necesitan son grandes reservas de Borgoña, Rioja, Burdeos o Barolo, entre 17 y 19 grados centígrados.
REDACCIÓN Gastronomia.com
