Juan Luis Cano y Guillermo Fesser, Gomaespuma, han cogido el testigo de la función Nadie Sabe Nada, un espectáculo desternillante que iniciaron en su día Andreu Buenafuente y Berto Romero. Un ejercicio de improvisación puro en donde ni ellos mismos saben de qué hablarán cada día de función. Van a estar en el Teatro Caser Calderón de Madrid del 18 al 22 de diciembre y del 26 al 29 del mismo mes. Aprovechamos la excusa para someter a Juan Luis Cano a nuestro Barómetro Foodie, le cazamos con un catarrazo de miedo, pero a pesar de todo se presta a esta entrevista y comparte con nosotros algunas de sus anécdotas más divertidas.
¿Qué tal se te da a ti el mundo de la cocina, la gastronomía?
Lo de comer se me da muy bien y lo de cocinar también, es uno de mis grandes hobbies.
¿Eres más de comer o de cocinar?
No creo que haya nadie que le guste cocinar que no le guste también comer. A mí me gustan las dos cosas y cocino todos los días para la familia, para comer y para cenar. Soy el que cocina en mi casa, el encargado. También hago la compra diaria y la verdad es que disfruto bastante.
¿Si tuvieras que conquistar a alguien le regalarías un par de entradas para Nadie Sabe Nada o le prepararías una buena cena?
Creo que le prepararía una buena cena y luego me iría a Nadie Sabe Nada porque las actuaciones van a ser tarde, a las 23.00. Una cena prontito, a las 21.00 y luego ya con los postres a ver Nadie Sabe Nada.
Nadie Sabe Nada es una obra de improvisación, ¿en la cocina eres de los que improvisa o sigue las recetas?
Depende. Depende del día, de las ganas que tenga. Sigo recetas, si veo así alguna interesante, pero también improviso mucho. Si tienes una base ya improvisas poco.
¿Habrá anécdotas gastronómicas en la obra?
Pues no, lo más gastronómico del espectáculo es que cuando acaba nos vamos a cenar (ríe).
¿Algún restaurante preferido en Madrid?
Uno que hay en las rozas por ejemplo, en Heron City, Imanol que es un asador que se come espectacular.
¿Qué te parece esta fusión de cocina y entretenimiento en formatos como Top Chef o MasterChef?
Me parecen muy interesantes, ha habido un personaje clave en todo esto que es Chicote. A los que nos gusta la gastronomía ya lo conocíamos, hablo en cuanto a medios de comunicación. Me parece un crack, un crack absoluto. Creo que a través de programas y formatos como este se crea afición y se hace cultura. La gente empieza a ver normal esa relación con el mundillo de la gastronomía. Es una buena manera de acercar a la gente a su propia historia.
Cuando Juan Luis se sube al escenario, ¿necesita algún capricho gastronómico en el camerino?
No. Guillermo y yo somos bastante normalitos, sí que es verdad que la producción nos sube chucherías , pero yo procuraba no comerlas porque me empachaba mucho. Además no puedo parar. Soy muy ansioso y como coja un panchito... ¡me como la bolsa!
¿Qué es lo más exótico que has probado nunca?
Alacranes fritos en china. Asquerosos. Asquerosos porque los vi. Si los pruebas con los ojos cerrados y no sabes lo que es, pues igual. En Kenia comimos una especie de pasta negra que no puedo decirte lo que era. Y también probé serpiente, que tienen muy poca chicha y es muy gelatinosa. A mí esa textura tampoco me hace mucha ilusión. Aunque saber, sabía a pescado.
¿Y la peor experiencia que has vivido alrededor de una mesa?
Recuerdo que una vez en Marruecos, en un pueblo de cuatro casas (se ríe recordando), nos invitaron a comer en una jaima y mataron un cordero para nosotros. Se portaron fenomenal. Eran pastores, llevaban todo el día en el campo y está mal que lo diga, pero tenían las manos llenas de mierda. Para homenajearnos, la mujer cogía la carne, hacía una bola y me la daba a mí de su mano y yo sólo pensaba que eso llevaba roña de seis años, pero había que tragárselo. Debo de tener unos jugos gástricos bastante potentes porque no me paso nada. (Reímos los dos).
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REDACCIÓN Marta de Dios
