A diferencia de lo que le sucede a nuestros congéneres de gran parte del globo, desde nuestra acomodación occidental tenemos la inmensa suerte de poder elegir cada día lo que queremos comer. Y que esos alimentos que ingerimos además de saciar nuestras necesidades vitales sean algo placentero, es algo que decidimos con mayor o menor frecuencia según el nivel de exigencia o sibaritismo de cada uno. Que la ingestión de esos alimentos sea además beneficiosa para nuestra salud es, igualmente, algo que está en nuestra mano decidir. Pero para ello, claro está, hay que tener un cierto conocimiento de nutrición.
Llama la atención cómo hoy las estanterías de novedades de las grandes librerías se llenan con recetarios imposibles; el vegetarianismo quedó muy atrás, ahora lo que se lleva es la filosofía vegana y más allá, la crudivegana.
Cocina las letras con el Principito, el libro recientemente premiado con el Gourmand Coockbook Awards con que Lourdes Soriano quiere, entre muchas otras cosas, concienciar a los niños de las nociones más básicas en lo que a buenos hábitos alimenticios se refiere, estaba colocado hace unos días en la isleta de «actualidad» de la FNAC entre el «Gourmet Vegetariano» del gran Yotam Ottolenghi, «Zer0gluten» de Maria Luisa Barreiro, el «Veganomigón; el libro definitivo de la cocina vegana» o «Comida antienvejecimiento». O sea, que la conciencia general sobre la alimentación empieza a crecer, y así se manifiesta también en Madrid, donde comienzan a proliferar restaurantes de este tipo. En mi reciente y fugaz incursión a Buenos Aires –de la que ya hablaré otro día con detalle- pude comprobar cómo allí la conciencia de que la alimentación sana no está reñida con un restaurante agradable y cuidado está bastante implantada, probablemente más que aquí; y así encontramos un amplio elenco en la propuestas gastronómica de la capital argentina como la de BIO, abierto hace ya 12 años, Los Sabios, Vita, Buenos Aires Verde, Arevalito, etc, etc…..
Lo que sí pretendo desde estas líneas sin embargo es hacer una llamada a todos los que en esta y otras páginas compartimos el placer por el buen comer para que además seamos conscientes de la importancia y necesidad de una alimentación sana a base de productos de calidad y entendiendo por tales aquellos que están en consonancia con la Naturaleza, es decir, alimentos que en su producción respetan tanto la salud de la madre Tierra como la del ser humano y en su final –la ingestión- benefician o, cuanto menos, no perjudican a quien las come. Alimentos sanos y libres de químicos añadidos que tanto daño están causando en buena parte de la población (véase por ejemplo SQM, Sensibilidad Química Múltiple https://www.sfcsqm.com/ ó Fundación Alborada).
Que «somos lo que comemos» es un hecho. El qué, cómo o porqué, es ya cuestión de cada uno.
Ainhoa del Carre
Editorial Tejuelo