Llega de nuevo el mayo castizo, el mes de lo cañí, lo gato por definición….Así, mientras se celebraban hace un par de días los históricos acontecimientos que hace algo más de 200 años marcaran a la ciudad de Madrid y dejara el artista aragonés reflejado en sus lienzos, grabado así para siempre en la memoria general, quedan apenas diez días para que le toque el turno al santo patrón, a ese San Isidro Labrador que aunque de nuevorevive y atrae cada vez más gente a su ermita y pradera, casi nadie repara en que es un santo agricultor, de entorno rural y agrícola, perdido hoy en la gran ciudad.

Y es que Madrid fue, no hace tanto, villa agraria como lo es toda la región, con sus cultivos y ganaderías y con sus productos locales no siempre bien apreciados.

En este 2015 se cumplen 25 de años de la DO de Vinos de Madrid que, con sus tres regiones productoras bien diferenciadas vino a poner orden y recuperar el sentido: Arganda, Navalcarnero y San Martín de Valdeiglesias, esta última, como su nombre indica, alentada desde antaño por las necesidades litúrgicas de los monjes benedictinos y cistercienses asentados en la zona. Datan al parecer del S. XII los documentos más antiguos que hacen referencia a la existencia del vino en la actual denominación geográfica de Madrid, aunque el cultivo de vid y producción vinícola sean, indudablemente, a buen seguro muy anteriores. El gran Lope, Cervantes o Jorge Manrique también mencionaban en sus obras los vinos de San Martín.

Pero son este y los demás productos agroalimentarios de la región los que me interesan destacar. En el restaurante Samarkanda, por jemplo,aun con nombre tan evocador de misteriosas y lejanas tierras pero enclavado en el cruce de caminos epicentro de las vías férreas de la ibérica piel, la estación de Atocha, propone para este castizo mes menús diseñados con los mejores y más representativos productos de la región. El sello Madrid está presente no solo en sus caldos, sino en todo el condumio desde el principio hasta el fin, precedido del vermut Zarro y rematado, como no podía ser de otro modo, con un anisete de Chinchón; eso sí, para quien no se atreva ya con tanto, puede degustarlo más rebajado, en la crema que acompañan a los buñuelos de manzana….
Tapita de callos a la madrileña, verduras de la huerta de Aranjuez, queso de cabra de la sierra Norte o carrillera de carne con IGP de la Sierra Norte del Guadarrama sobre estofado de aceitunas de Camporreal (DO) son algunas de las suculencias que por un razonable precio se podrán degustar en Samarkanda hasta el día del santo. ¡Están a tiempo aún!

Y siguiendo con castizas iniciativas culinarias diseñadas para laocasión me apunto también a la del rabo de toro. Una veintena de restaurantes de la capital organizan por tercer año consecutivo las jornadas del rabo de toro, “Oaxtail Stew Month” para darle un toque más internacional  (www.mesdelrabodetoro.com). Me encanta. Porque tanto me gusta vivito y coleando en la dehesa, como dando la esencia de su ser en la arena o guisadito a fuego lento después. Así de ancestral y castiza que es una, qué se le va a hacer. Y es que, con todo su despliegue, sus ovaciones y sus pitidos, los aplausos o las quejas, los timbales de San Isidro están a puntito de sonar. Por fin, un año más, la feria ya está aquí. A ver qué tal se nos da…