La gastronomía en el Londres del siglo XXI

Pensamientos gastronómicos
Lecturas y productos gastronómicos que ponen a funcionar nuestras neuronas

Pensamientos gastronómicos

Publicado por | 9 de mayo de 2014
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La gastronomía en el Londres del siglo XXI
Cualquier excusa es buena para dejarse caer por Londres y en este caso me la proporcionó mi buen amigo de juventud Marcos Fernández. Marcos  acaba de inaugurar junto con sus socios el cuarto local de Ibérica, esta vez en el barrio de Farringdon. Seguramente muchos de ustedes ya saben que gastronómicamente lo lidera el prestigioso chef asturiano Nacho Manzano, cuyas croquetas, a mi juicio, son imbatibles.

El día a día de los fogones de lo dirige su joven  y prometedor paisano César García (pueden escucharle en Entre Fogones, minuto 27,45) que obsequió copiosa y generosamente nuestros estómagos con todo tipo de delicias hispanas; y es que hoy en Londres y en el mundo, las tapas triunfan. La noche no pudo ser mejor; el local, acogedor y desenfadado con su decoración más bien británica y moderna con guiños a lo español, estaba animadísimo.

De las tapas y demás platos ¡qué les voy a decir! Nada como que se dejen caer por allí, a veinte metros escasos de la estación de metro de Farrigdon, en el plano de metro a poca distancia sobre la city. Y ya que el pretexto de la escapada a la capital británica era netamente culinaria decidimos dejar de lado cualquier otro plan predeterminado y dejarnos llevar por el imán de esta ciudad tan tradicional como cosmopolita y centramos nuestra calmosa estancia en el conocido barrio de Kensigton, en el que nos alojábamos.
 
El desayuno en la Orangery, precioso pabellón antes invernadero en plenos jardines del palacio residencia de los herederos de la corona que da nombre al barrio, fue una delicia con sus huevos benedictine, sus zumos recién exprimidos y el tradicional té –en mi caso té verde por sus cualidades antioxidantes en vez del aromático y mucho más tradicional y atractivo breakfast tee-.
 
El desayuno se remató con un calmado paseo por Kensigton Gardens saliendo por la avenida de laureles bien tallados, en forma de píldoras gigantes, para llegar a la rampa zigzagueante y casi laberíntica de ¿frambuesas? Junto al Ground Pond. No me hagan mucho caso en lo que a botánica se refiere, que es una de esas grandes aficiones mías para las que no encuentro tiempo bastante para profundizar. El descenso entre los verdísimos arbustos es una preciosidad y de inmediato me vinieron a la mente los juegos ópticos y trampantojos de la casa museo de Sir John Soane´s, pero en vegetal, (13 Lincoln's Inn Fields) museo que les recomiendo vivamente visitar.

Recorrimos los jardines enteros, pasando por el banco porticado para contemplar los jardines italianos –con sus patos o los  cisnes cuidando de sus huevos-  o por la estatua de bronce dedicada a Peter Pan y salimos por una de las puertas del sur, en su esquina más occidental, a Kensington High St., calle en la que está una de las sucursales del establecimiento de alimentación orgánica que más me puede divertir:  Whole Food.

Podría pasarme horas enteras allí, entre la enorme variedad de sus productos, frescos y de todo tipo, y los aromas de sus cafés a granel, frutos secos, semillas, quesos, lácteos….la selección de menaje respetuoso con el medio ambiente o con la salud es estupenda, la de quesos suculenta, huevos hasta de avestruz, la de vinos inmensa, la de aceites de oliva, sésamo, chía, mostaza, girasol, aguacate, etc... y la de libros de gastronomía, cuidadísima; en fin, un deleite para los amantes de la alimentación consciente y el disfrute en el comer. Buena selección, además, de nuestros productos patrios razonablemente representados entre los aceites, enlatados de conservas –principalmente gallegos- y vinos. Todo ello en dos plantas entre las que me llamó la  atención una escalera mecánica para los carritos de la compra.
 
Quisimos luego rematar la mañana con un plan aún más relajante que nos transportara hasta los misterios del Universo, pero el céntrico y antiguo planetario, maravilloso recuerdo de infancia de mi  primera visita a Londres con escasos diez años aún por cumplir, parece que se trasladó hace tiempo a Greenwich de manera que nos dimos a la tarea de decidir dónde comer de entre las diversas y sugerentes propuestas de lo más "in" que Marcos nos había recomendado. No hubo duda; no lejos de la zona de Marylebone -donde sí sigue el Madame Tussaud, también recuerdo de infancia y ¡con dos horas de espera de cola para entrar!- estaba el Berners Tavern, en el hotel The London Edition y de lo más cool hoy en la capital londinense. Quizá sea la influencia de la magnífica Wallace Collection, no muy distante (en Manchester Square), que este impresionante local abierto en octubre pasado como otro nuevo proyecto culinario del afamado cocinero Jason Atherton. Seguramente no sea tan bueno como el Pollen Street Social (en el nº 8 de la calle del mismo nombre) con su estrella Michelín, pero verdaderamente se come bien, el trato es excelente, el ambiente de lo más cool y el salón, impresionante repleto de fotos y cuadros de bodegones y paisajes, sin duda merecen dejarse caer por alli.
 
Después de una incursión a la sala de Egipto en el British Museum y a la exposición sobre los último hallazgos de tiempos romanos en tierras pictas, nuestra experiencia culinaria para la cena, en St. Jhones, fue más….eso, más experimental.
 
Pero ahora me voy a los toros, que ya está aquí San Isidro y no me queda tiempo para continuar, así que en cuanto encuentre el rato seguiré contándoles…. ¡Hasta entonces!

Ainhoa del Carre.
Editorial Tejuelo.
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