Emilia Pardo Bazán y la gastronomía

Pensamientos gastronómicos
Lecturas y productos gastronómicos que ponen a funcionar nuestras neuronas

Pensamientos gastronómicos

Publicado por | 7 de febrero de 2014
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Emilia Pardo Bazán y la gastronomía
El miércoles grabamos el último Sopa de Letras de la tanda de programas que he querido dedicar a tres grandes escritores gallegos que se adentraron en el terreno gastronómico. Ha sido un verdadero placer poder entrevistar a expertos que nos han dado una visión distinta e inteligente sobre la idea que autores de la talla de Álvaro Cunqueiro, Julio Camba y Emilia Pardo Bazán tuvieron sobre la literatura gastronómica. He dedicado ya a los dos primeros una entrada, así que hoy me toca escribir sobre la autora coruñesa.  
 
Emilia Pardo Bazán nació en La Coruña en 1851. Ha sido considerada como la mejor escritora española del s. XIX y ocupó un puesto de primerísima fila en la vida intelectual de la España que le tocó vivir. Fue novelista, narradora, ensayista, poeta, dramaturga y periodista y fue la primera mujer que ostentó la cátedra de Literaturas neolatinas contemporáneas de la Universidad Central. Publicó dos libros sobre cocinaLa cocina española antigua, en 1913, y La cocina española moderna, en 1914, además de un prólogo al Picadillo de Puga y Parga, en 1905.  Por aquellas fechas, mi bisabuelo, el conde de Castelo, trabajaba en su obra genealógica quizá más ambiciosa, Los Castro y sus descendientes, donde trazaba la genealogía del mariscal Pardo de Cela del que descendemos la Pardo Bazán y yo misma, y al que la gran escritora dedicó una obra de teatro.
 
Este ascendiente común —aunque no es solo este: compartimos la escritora y yo muchos apellidos y ya me habría gustado a mí compartir también sus brillantes neuronas— ha hecho que mi familia tenga siempre presente a doña Emilia. Cuando pasamos por delante de la sede la Real Academia Gallega nos acordamos invariablemente de nuestro parentesco y hacemos partícipes del mismo a nuestros hijos esperando que se les despierte la curiosidad por tan ilustre personaje.
 
El pasado miércoles, de la mano de José Manuel González Herrán, catedrático de Literatura española de la Universidad de Santiago de Compostela, pude entrever a «doña Emilia persona». Nos contó Herrán que la Pardo Bazán, como cualquier otra ama de casa de su época, guardaba recetas en fichas y libretas que actualmente se custodian en el archivo de la Casa Museo Pardo Bazán ya digitalizadas. Algunas, por su caligrafía y ortografía, debían venir de la mano de cocineras de su propio servicio o de otras casas.
 
Lo cierto es que la Pardo Bazán se preocupó por conservar nuestra mejor gastronomía y por transmitirla a generaciones posteriores; recopiló multitud de recetas de diversas fuentes; valoró nuestra cocina y defendió el uso de nuestro léxico gastronómico. Había viajado mucho, por lo que demostró gozar de un gusto refinado no solo en la literatura, quizá por eso pretendía la sofisticación de nuestros platos, tanto desde el punto de vista de los ingredientes como del de la presentación. Consideró la cocina parte de nuestro patrimonio cultural. No puedo estar más de acuerdo.

Hoy lo pueden comprobar ustedes mismos dando un vistazo a las ediciones facsimilares que de La cocina española antigua y La cocina española moderna ha publicado recientemente Maxtor en los años 2010 y 2012. Las recetas recopiladas por doña Emilia son muchísimas, más de mil, y están tan bien escritas, con tanta gracia, que no hace falta guisarlas para disfrutarlas. 

Lean, lean a doña Emilia en cualquiera de sus obras. Y, recuerden: los fogones y las letras no están reñidos. Así lo manifestaba la propia Pardo Bazán en una carta que escribió al director de La Voz de Galicia en 1913, que reproduce Carmen Bravo Villasante en el libro que publicó sobre la escritora, y que dice así:

«Por mi parte siempre anduve en guisar, y hasta le tengo afición a estos quehaceres y siento no disponer de tiempo para practicarlos. No soy doctora en el arte de Muro, Dumas, Rossini, Brillat-Savarin y Picadillo, pero jamás vi incompatibilidad entre él y las letras. Es cuanto puedo alegar para que el público disculpe mi conducta. Y espero que mis fórmulas salgan un poco más castizas que las definiciones de cocina del Diccionario de nuestra amiga la Academia, no de los Cinocéfalos, sino de la lengua, para lo cual no necesito ciertamente ser Cervantes, ni Fray Luis».

Ahí queda eso.

Covadonga de Quintana
Editorial Tejuelo
 


(El programa Sopa de Letras sobre Emilia Pardo Bazán se emite el próximo lunes a las 12.20 h., Gastroradio.)
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