El mejor gin and tonic

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Publicado por | 21 de julio de 2014
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El mejor gin and tonic
La ginebra tiene origen flamenco. Muchas veces se ha mantenido que fue un invento de un profesor de Medicina de la Universidad de Leiden llamado Franciscus Sylvius que vivió durante el s. XVII, sin embargo, Lesley Jacobs Solomonson en su libro Gin: A Global History, desmiente esta aseveración, pues en los fondos documentales custodiados en el Museo Nacional de la Ginebra de Bélgica puede comprobarse que se bebía gin en el s. XIII en el sur de Flandes. Cuatro siglos después, el buen doctor a quien se atribuyó la fórmula original de esta bebida se dedicaba a recetarla como remedio de los males renales y de las fiebres tropicales que padecían los que volvían de las Indias Orientales.

Parece que fue el estatúder holandés Guillermo de Orange quien llevó a Inglaterra la ginebra cuando fue a contraer matrimonio con la futura reina Mary, hija del duque de York, y que los londinenes cayeron rendidos ante su sabor amargo. Supongo que habrá muchas referencias a la ginebra en la literatura inglesa de la época. En la literatura más reciente me ha divertido mucho encontrar a mis personajes preferidos disfrutando con una copa de gin and tonic —como en Atonement, Saturday o Solar, novelas de Ian McEwan— o con una ginebra con zumo de piña, la combinación preferida de Humbert Humbert en Lolita, que «dobla su energía». Por supuesto, hay muchas más.

A mí también me gusta la ginebra. Prefiero mezclarla con tónica. Un dedo de ginebra y una buena tónica y muchos hielos. La ginebra holandesa, en concreto la oude, la vieja, cuya botella tiene forma de amsterdamtje, como se llaman los bolardos de los que está plagada la ciudad de Amsterdam que llevan como adorno tres aspas, me trae muchos recuerdos. Adoro Holanda, a pesar de su fama de «país de tenderos», que decía Luis XIV, esta vez sin mucho criterio.

¿Y la inglesa?

Hace un par de semanas un buen amigo me avisó de que iba a recibir una sorpresa. Llegó a casa un paquete con un pomelo rosa redondo, perfecto, envuelto en papel negro. Bueno, me ha regalado un pomelo, muchas gracias. Un día después, llegó una botella de ginebra con el apellido: «like no other», acompañada de una bandejita de arándanos. Brockmans se presenta de una forma impecable, en una botella de vidrio cosmético coloreado de alta calidad de la marca Stölzle, una empresa con base en Yorkshire. El sello de Brockmans aparece en una etiqueta troquelada en la botella.

Según dicen los expertos, tras varias hacer pruebas que han ido de lo más clásico a lo más exótico, la mejor forma de servir la Brockmans es con un twist de pomelo rosa, tres arándanos, muchos hielos y una tónica de gran calidad. Es preferible el pomelo rosa al blanco porque es menos dulce y su acidez se conjuga mejor con el sabor a enebro y cilantro de la ginebra. Está riquísima, no puedo decir otra cosa.

Estuve saboreando la ginebra con una amiga y me contó que en su imaginario personal, el gin and tonic marca el comienzo del verano. Ella guarda en su memoria sonidos y olores asociados con el gin and tonic que la sitúan en el porche de un jardín cuajado de flores. «Al caer la tarde, mi madre se servía un dedo de ginebra y una tónica en un vaso alto de whisky repleto de hielo. Cuando daba un sorbo, los hielos chocaban, clic, clic, y sus pulseras de hueso chocaban también. Cuando fui un poco mayor pude probarlo, un sorbito pastoso con sabor a limón y a enebro. Me encanta el gin and tonic».

Ya ven, el gin and tonic también tiene ciertas reminiscencias proustianas. Como ha llegado el verano, tómense un gin and tonic y disfrútenlo mientras leen un buen libro.

Covadonga de Quintana
Editorial Tejuelo

@CovadeQuintana
Fotografía de la autora: Balabasquer
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