Baltasar del Alcázar: jamón y berenjenas con queso

Pensamientos gastronómicos
Lecturas y productos gastronómicos que ponen a funcionar nuestras neuronas

Pensamientos gastronómicos

Publicado por | 7 de julio de 2014
Valoración  (0)
Baltasar del Alcázar: jamón y berenjenas con queso
He cerrado mi último Sopa de Letras de esta temporada con un broche de oro: la poesía burlesca del sevillano Baltasar del Alcázar, un gourmand nacido en 1530, que gustaba del jamón de Aracena, del queso de Pinto, de las berenjenas, de la ensaladilla, del vino, del salpicón y de la morcilla, «¡oh, gran señora digna de veneración!».

Abraham Madroñal, catedrático de Literatura de la Universidad de Ginebra, me sirvió de guía para la interpretación de los dos poemas por los que Baltasar del Alcázar ha recibido la atención de los que nos gusta la literatura gastronómica: La cena jocosa y la segunda parte de Cupido.

En las críticas gastronómicas que Savarinpublicó en el ABC en la década de los setenta, aparece mencionado el poeta y vinculada su poesía a la morcilla, oronda, bella, garbosa, llena de piñones y de especias, que le gusta y que le pica. Esto me abrió el apetito. Devoré después su poesía, «ya quiero Inés, ya jamón, ya berenjenas con queso». Me topé después con la edición de la poesía de Baltasar del Alcázar que Valentín Núñez Rivero publicó en la editorial de la Fundación José Manuel Lara en 2012 y, gracias las sabias indicaciones de una amiga experta en Quevedo, me puse en contacto con Abraham Madroñal para proponerle una charla sobre del Alcázar. Una suerte, es verdad. Creo que ahora puedo interpretar la poesía del Siglo de Oro un poco mejor y espero que los oyentes de Sopa de Letras, también. Como decía el llorado periodista Rafael Martínez Simancas, lo que no se comparte, se queda, y «no es eso, no es eso».

He leído en algún sitio que la poesía burlesca del Siglo de Oro utilizaba como recurso las bajas pasiones humanas: el sexo, la gula, todo aquello relacionado con el vientre y sus alrededores. Pero no sabía que se recurría también aquí, como en otros lugares, al cerdo y al vino para marcar las diferencias sociales y religiosas entre cristianos viejos y judíos: los judíos no toman ni cerdo ni vino; yo sí lo tomo, luego soy cristiano viejo.

Los productos de los que nos habla Baltasar del Alcázar se sirven en las mejores mesas: las berenjenas andaluzas, el queso de Pinto y el jamón de Aracena. El queso de Pinto, el preferido de nuestro emperador glotón, Carlos V, debía ser de cabra o de oveja, porque en esa localidad cercana a Madrid se criaba ganado lanar y cabrío. Quevedo lo menciona en una de sus obras: «carita de suelo de queso de Pinto», y Diego Granado en su Libro del arte de la cocina, lo utiliza como ingrediente en varias recetas. A diferencia del jamón ibérico de Aracena, no se sigue consumiendo en la actualidad.

Baltasar del Alcázar debió comer bien. Padecía de gota, de exceso de ácido úrico por el alto consumo de proteínas, y del mal francés, de sífilis. ¿Protagonizaba sus poemas jocosos? Parece muy probable. Quizá bebiese de más. El narrador de La cena jocosa ve dos candiles donde solo hay uno, desea vivir cerca de una taberna, tiene por «devoción» santiguar la bebida y prefiere dar cuenta de los manjares preparados a contarle a Inés la anécdota sobre don Diego de Sosa. Inés, prudente, come, bebe y calla.

Hablando de devorar literatura: hace unos días, les hablaba de mi nuevo descubrimiento, Fictitious dishes, de Dinah Fried, publicado por Harper Collins este mismo año de 2014. La autora se confiesa devoradora de libros y nos presenta en el suyo un canon propio, personal, íntimo, una selección de libros que contienen comidas.

Dinah Fried no es escritora, es fotógrafa y estilista. Fictitious Dishes fue un reto para ella que comenzó cuando estudiaba en el Rhode Island School of Design. Decidió entonces elegir una anécdota culinaria y transformarla en imagen. Se sumergió entonces de nuevo en la literatura, en los mercadillos y en las tiendas de objetos de segunda mano, para elegir la cubertería, la jarra de cerveza o la servilleta perfecta que recrearan el ambiente que se respiraba en el libro elegido. Durante dos años ha trabajado con Moby Dick, Cien años de soledad, Alicia en el país de las maravillas, American Psycho, Emma, Mujercitas, Heidi, The Girl with a Dragon Tatoo, The Corrections… y nos ha dejado imágenes personales y evocadoras de «sus libros». ¡Qué dos años más apasionantes!

El imaginativo escritor gallego Álvaro Cunqueiro consideraba «mutilado y corto el libro de ficción cuyos protagonistas careciesen de relación con la cocina». Las aficiones culinarias completan la definición de un personaje, también pueden retratar las costumbres de una clase social o de una época.

Ya saben, aprovechen el tiempo leyendo y comiendo.

Covadonga de Quintana
Editorial Tejuelo

@CovadeQuintana
© Fotografía de la autora: Balabasquer
FacebookTwitterLinkedin

Valora esta noticia 

 

Vídeos
NOTICIAS
La canción de la vendimia
EN la famosa serie de TVE "Cuéntame" hacen un homenaje a la vendimia en la que cantan sus protagonistas una canción sobre la recogida de la uva