La creencia de que sustituir un zumo por una pieza de fruta es igual de saludable, no es totalmente cierta. Al exprimir una fruta desechamos toda la fibra que esta contiene, quedándonos sólo con el azúcar. Además, cuando preparamos zumo para desayunar o merendar utilizamos más de una pieza, lo que eleva la cantidad de la fructosa que se va a ingerir. Por eso, a pesar de que los zumos son mejores que las bebidas energéticas y los refrescos, no debemos caer en la extendida idea de que zumos y frutas proporcionarán a nuestro organismo los mismos nutrientes.
Varios estudios llevados a cabo en nuestro país y en otros como en EE.UU, revelan que los niños y adolescentes que consumen mayores proporciones de zumo son más propensos al sobrepeso y los problemas dentales.
No obstante, no todo lo relacionado con los zumos es malo, ya que éstos son una gran fuente de minerales y vitaminas y unos muy buenos reconstituyentes para después de cualquier actividad física. Además, a pesar de poseer ciertas cantidades de azúcar, constituyen un alimento depurativo y regenerador que nos ayuda a eliminar las toxinas sobrantes del cuerpo.
También es cierto que los zumos naturales son mucho más beneficiosos que los concentrados, ya que estos últimos se someten a un proceso de elaboración y conservación en el que se mezclan con agua y se les añade todo tipo de colorantes y conservantes para conseguir un sabor lo más parecido al de la fruta que intentan imitar.
Lo más recomendable es realizar siempre uno mismo los zumos, ya sean de naranja, melocotón, piña o cualquier otra fruta, beberlos recién hechos y no abusar de los mismos ni intentar sustituirlos por cualquier otra comida del día. Tomar un zumo de naranja en el desayuno no es malo si se combina con otros alimentos que forman parte de una dieta equilibrada, como cereales, leche y una pieza de fruta.
REDACCIÓN Gastronomia.com
Publicado por Gastronomia.com | 21 de octubre de 2013
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