¿Qué sería una hamburguesa sin Ketchup, unos espaguetis sin su boloñesa o una lasaña sin bechamel? Más allá de estas salsas, que son quizás de las más típicas, existen otras muchas muy sabrosas y en principio, no tan conocidas fuera de las fronteras donde nacieron. Hemos decidido hacer un repaso por algunas de las que más nos gustan.

Doenjang

Esta es una salsa procedente de Corea, se sirve fría y es perfecta para saborear sobre todo con platos de verduras. Traducida como «pasta ligera», consiste en una masa fermentada hecha con granos de soja como ingrediente principal, a la que con frecuencia se le añade también pasta de anchoas para hacer más intenso su sabor.

Teriyaki

Puede que nunca hayas oído hablar de ella, pero en Japón es una de las más utilizadas. La palabra está formada por la partícula «teri», que hace referencia al brillo que da dicha salsa; y «yaki», que es lo mismo que adobar. Aunque la cantidad de ingredientes varía en función de los gustos de los comensales, en su elaboración siempre se emplean sake, mirin (un tipo de vino de arroz parecido al sake), azúcar y salsa de soja. Se recomienda de acompañamiento de carnes como el pollo, o pescados grasos como la caballa.

Guasacaca

Es propia de Venezuela y acompaña alimentos muy diversos como carnes, pasteles, arepas o empanadas. En su elaboración, aunque depende siempre del gusto del cocinero, se añaden normalmente ingredientes como cebolla, ajo, aguacate, pimentón, perejil, vinagre, aceite y, en algunos casos, también ají. Se guarda a baja temperatura hasta el momento de su consumo.

Huancaína

Procede de Perú y su nombre hace referencia a la ciudad de Huancayo, La Incontrastable. Está hecha a base de queso fresco, ají amarillo, leche evaporada y aceite. Hoy en día se cocina para que la masa sea lo más cremosa posible batiendo con fuerza. Sin embargo, en la antigüedad, y debido a que se empleaba una piedra para machacar la mezcla, la textura resultante era mucho más granulada.

Gribiche

Esta salsa fría típica de la cocina de Francia guarda cierto parecido con la mayonesa por su textura, pero al mismo tiempo también ofrece un sabor ácido que recuerda a las vinagretas. Su preparación es el resultado de la emulsión de la yema de huevo duro mezclado con aceite. Se suele emplear siempre en platos de pescados y vegetales como los espárragos, alcachofas, o colifrlor.

REDACCIÓN Gastronomia.com
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