La idea inicial surgió del más joven de los tres hermanos, que siempre había tenido el sueño de volver a utilizar el carrito de postres del restaurante y deambular por las calles vendiendo los helados. Sin embargo, y dado que la legislación no lo permite a pesar de haber algunas excepciones, se le tuvo que dar una vuelta al plan. Fue así como decidieron que podría ser factible utilizar el carro pero como un elemento más de la decoración dentro de un pequeño local donde vender dichos dulces.
En la misma web queda claro las intenciones del negocio: «Ser una ventana abierta a la cocina de El Celler de Can Roca para que el gran público pueda conocer qué se cuece en ella».
De entre la amplia oferta de helados, todos ellos artesanos, se podrán elegir: botes de helado, terrinas, cornetes, helados calientes o magdalenas. Aparte de esto, también se pueden adquirir caramelos, libros y perfumes.
La decoración es otro factor clave que completa la exquisita experiencia. Esta es resultado de la colaboración entre la interiorista Sandra Tarruella y el estudio de diseño gráfico Run y permite al visitante sumergirse en un mundo que recuerda al creado por Roald Dahl en el libro Charlie y la fábrica de chocolate.

¿Ya sabes qué vas a pedir si te pasas por la heladería?
REDACCIÓN Gastronomia.com
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