No recibió en su vida una condecoración Michelin, pero su pericia le permitió pasar de un simple bar de pinchos a prosperar con una de las parrillas más conocidas del norte de España. Pronto eran cientos los que cada año visitaban Elkano para degustar su rodaballo a la brasa. Su determinación lo convirtió en todo un referente.
Además de revolucionar la forma de cocinar el pescado, ideó unas modificaciones en las besugueras convencionales para adaptarlas a la cocina del rodaballo a la parrilla. Hace apenas un mes Pedro Arregui celebró con su familia el 50 aniversario de su establecimiento y hace hoy una semana que le hemos dicho adiós.
Son innumerables los homenajes que le han rendido tributo en el País Vasco y en el mundo de la cocina en general. Nosotros desde aquí nos acordamos hoy de él, para que su legado dure muchos años más.