En invierno hay pocas cosas que reconstituyan más que un buen caldo calentito al llegar a casa con mucho frío de la calle. Es un plato que para que quede delicioso se precisan muchas horas de cocción, por lo que lo mejor es hacerse con una olla lo más grande posible y hacer mucha cantidad para poder congelarlo y tenerlo a mano. La cantidad de los ingredientes dependen de la capacidad del recipiente, no obstante, excepto el pollo, nada es imprescindible; pero la verdad es que cuanta más "sustancia" tenga quedará más consistente y rico.
La mezcla ideal sería:
- Pollo (podemos añadir esqueleto de pollo o trozos enteros, los trozos dan más sabor pero también aportan más grasa).
- Zanahorias.
- Puerro.
- Apio.
- Repollo.
- Cebolla.
- Garbanzos.
- Sal.
Ponemos a calentar agua en la olla, y vamos añadiendo las verduras a medida que las vamos lavando, pelando y cortando. Finalmente añadimos el pollo, los garabanzos y la sal, y a continuación tapamos la olla a fuego alto hasta que comeince a hervir. Después se baja el fuego y se deja tapada hirviendo durante el tiempo que se deseé. La verdad es que cuanto más tiempo se deje hervir más concentrada quedará, por lo que tendrá más sabor.
Las más concentradas se dejan hervir a fuego muy bajo durante toda la noche. Si os apetece darle un toque extra de sabor, se puede añadir medio chorizo en la cocción.
Una vez lista, se cuela el caldo, y se deja en la nevera reposar. Con esto conseguimos que la grasa que ha soltado el pollo forme una película por encima del caldo, lo que facilitará retirarla con una espátula o cuchara. Una vez desgrasada podemos utilizarla para tomar como consomé, o para hacer fideos o cualquier otro tipo de pasta. Lo que no se utilice se puede congelar.
Redacción: gastronomia.com
