En pleno corazón de los Picos de Europa, en el concejo de Cabrales, aún perviven los desplazamientos estacionales del ganado, mediante los cuales los pastores suben los animales a las majadas, donde permanecen durante los meses de buen tiempo. Esta costumbre, arraigada desde hace siglos, lleva a los pastores a trasladar su vivienda, de mayo a octubre, a sencillas construcciones de piedra ubicadas en elevadas zonas de montaña con abundante pasto para el ganado, con el que conviven. Hasta tiempos cercanos, algunas familias aprovechaban la leche de las vacas, ovejas o cabras para elaborar uno de los productos que hoy goza de más fama en la gastronomía asturiana, el queso de Cabrales. Es en este contexto en el que las familias Cotera Gonzalo y Posada Díaz comenzaron su actividad de elaboración de queso de Cabrales, siguiendo los procesos tradicionales desde el ordeñado de la leche a mano, el cuajado, el corte con paletas de madera, el salado y reposo en las cabañas hasta, finalmente, la utilización de cuevas naturales para su fermentación. Han pasado ya más de cinco generaciones y muchos años desde que a principios del siglo XVIII ambas familias iniciaran esta actividad, siempre para un consumo familiar. Es precisamente ese espíritu familiar el que hoy caracteriza la producción del Queso de Cabrales La Vega de Tordín. Desde 2008, la producción se ha modernizado para adaptarse a las condiciones higiénico-sanitarias establecidas por el Consejo Regulador del Queso de Cabrales pero el proceso artesanal mantiene toda su esencia en el respeto a los métodos tradicionales que dan como resultado un producto de excelente calidad, que está presente en los principales certámenes de la región y avalado por diferentes premios recibidos en los últimos años.