Es el nombre con el que se conoce en la región a las frutas que están confitadas y cubiertas con chocolate negro. Es un producto vinculado principalmente a Calatayud, donde se elabora con métodos tradicionales.
Su origen se remonta a la época romana, cuando las frutas eran cocidas en jarabe de azúcar para conservarlas en buen estado. Esta tradición se mantuvo a lo largo de los años, hasta que en el siglo XX se introdujo el chocolate.
Este dulce se prepara, entre otras frutas, con pera, melocotón, manzana, cereza o naranja; son confitadas en almíbar, troceadas a mano y recubiertas con chocolate. Posteriormente, el producto entra en un proceso de templado y enfriamiento que da lugar a un bombón crujiente, relleno de fruta, de aspecto brillante y muy sabroso.
Cuando los dulces están listos, se envuelven en papel de colores y se presentan en cajas pequeñas de madera que imitan a las barquillas utilizadas para el transporte de la fruta.
Estos bombones son en la actualidad uno de los mayores atractivos gastronómicos de Aragón y suelen consumirse principalmente en el postre.