La llegada de julio supone para el sector horchatero el momento más importante de todo el año. Tienen por delante dos meses que supondrán más del 50% del consumo anual de esta refrescante bebida, y las perspectivas para este año son muy buenas, según el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Chufa de Valencia que reconoce que será difícil superar las ventas del pasado año, que supusieron un incremento de más del 23% respecto del año anterior.
El proceso de elaboración de la horchata comienza con la rehidratación de las chufas secas, lavadas y seleccionadas, mediante la inmersión en agua potable. Los tubérculos absorben el agua y se hinchan para aplicar un tratamiento de desinfección. Después se trituran en un molino, una operación en la que se adiciona agua para evitar el apelmazamiento y la retención del producto en el molino. El triturado obtenido se prensa y se tamiza para retirar el residuo sólido y conservar el líquido al que luego se añade agua y azúcar para obtener la horchata, que se conserva en enfriadoras a temperaturas iguales o inferiores a los 2 grados.
La horchata y la chufa de Valencia son alimentos tradicionales. Sus orígenes se remontan a la llegada de los árabes a la península en el siglo VIII. Sin embargo, han sabido reinventarse para estar a la vanguardia de la gastronomía, gracias a su introducción como nueva herramienta culinaria; destacando su uso como espesantes, emulsionantes, confitado, e incluso en la obtención de harina de chufa.
El reto que afrontan los productores de Chufa de Valencia es hacer frente a la importación del producto. Argumentos no les faltan ya que la chufa valenciana es más nutritiva y de mayor calidad que los tubérculos importados, como han demostrado estudios impulsados desde la Universidad de Valencia.
Desde el Consejo Regulador se destaca el hecho de que el consumidor cada vez más valora y busca el sello de garantía de la Denominación de Origen, que acredita que la horchata está elaborada exclusivamente con Chufa de Valencia.