Aunque lo tradicional en nuestras pastelerías era ver las magdalenas, los muffins llegaron de Estados Unidos para convertirse en una de las piezas de bollería más populares también aquí. La forma y el papel que los recubre pueden llevarnos a confusión pero en realidad hablamos de dulces muy diferentes. El gusto personal determinará cuál elegimos pero para hacerlo con criterio conviene tener claro de que hablamos en cada caso. Así que, de la mano de Levadura Madre, señalamos algunas de las diferencias entre magdalenas y muffins.
El tamaño nos puede ayudar a diferenciarlas a golpe de vista. Una magdalena tiene un peso de entre 75 y 90 gramos, mientras que un muffin está entre los 160 y los 185. Además, la magdalena tiene copete, el muffin no. Esto se debe a que la magdalena se hornea con una temperatura de techo alta, lo que provoca una costra durita que se rompe y da la típica forma a la magdalena. El muffin se hornea a con una temperatura más baja, por lo que no rompe y su forma final es más redondeada.
Si profundizamos en la receta, vemos que la masa de las magdalenas es más esponjosa porque se hacen con el huevo muy batido y con aceite de oliva o girasol, mientras qeu los muffins tienen una masa más pesada que se hace con mantequilla. Por esta misma razón, la magdalena es seca mientras que el muffin tiene una cierta carga de humedad. Los tiempos de horneado son fundamentales en este bollo porque si nos pasamos pierde ese punto húmedo tan característico y si nos quedamos cortos evidentemente estará crudo.
Además, la magdalena no tiene sabores, mientras que el muffin sí admite una gran variedad de ingredientes, dulces, pero también salados, un sabor que nunca encontraremos en una magdalena. Para finalizar, los muffins pueden inyectarse de todo tipo de cremas y mermeladas.