¿Por qué el croissant?

¿Por qué el croissant?

El croissant es sin duda el rey del desayuno. Pocos son capaces de resistirse a su crujiente textura, su particular sabor entre dulce y salado y el potente aroma de la mantequilla. Pero lo que ha hecho del croissant la pieza de bollería más solicitada del mundo es una mezcla de características que lo hacen único y perfecto para consumir casi a cualquier hora del día. 


Nuestro cuerpo está diseñado para sentirse atraído por los alimentos con un mayor aporte energético, es decir los dulces y grasos porque estimulan nuestras papilas gustativas y nos dan una mayor sensación de placer. Esto explica nuestra preferencia por la bollería en general pero, ¿por qué el croissant?

Moncho López, propietario de las panaderías Levadura Madre,  nos explica las claves de su éxito.

“Por un lado es un bollo muy sencillo pero a la vez muy complicado. Parece una receta muy fácil de hacer, pero en realidad no es nada fácil conseguir una masa hojaldrada con el punto justo de crujiente en todas las capas”, asegura Moncho.

"Tiene el equilibrio perfecto entre lo dulce y lo salado”, nos dice. Lo podemos consumir con dulces como mermeladas o chocolates o con salado como fiambres o quesos. “Además es muy versátil y, tiene un tamaño muy polivalente”, añade Moncho.

“Es liviano. No se hace pesado ni de comer ni de digerir, por eso es apto para consumir a cualquier edad”.  No es empalagoso y mezcla bien tanto con el café como con los zumos de frutas.

Por último, pero no menos importante, la experiencia sensorial de que supone notar “el crunchi, crunchi de cada una de sus capas. Diría que no comer un croissant a mordiscos es un crimen”,  nos dice Moncho.





 

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