Nos encontramos en ese momento tan esperado por los gourmets y amantes de la trufa: entre finales del verano y principio del otoño este exquisito hongo se encuentra en su punto perfecto de maduración. Se trata de la especie Tuber melanosporum, y es apreciada desde la época de los romanos.
La forma más común de recolección es mediante perros a los que se adiestra para que mediante el olfato encuentren las trufas, que se encuentran semienterradas bajo en suelo. También se utilizan en algunas ocasiones cerdos, ya que en especial las hembras suelen tener una alta tasa de éxito en la tarea. Los lugares frecuentes donde se encuentran las trufas son zonas de antiguas plantaciones de viñas, olivos o encinas.
Lo más valorado y diferencial de este tipo de trufa es su aroma y sabor, que es diferente al de cualquier otro alimento. En gastronomía tiene usos muy diversos; se consume en crudo cortada en láminas, se utiliza también para hacer salsas, embutidos o foie gras. En los últimos años a muchos productos se le han añadido trufa negra o aroma de trufa, como aceite de trufa, sal de trufa, queso con trufa, etc.
El precio de la trufa negra varía en función de cada temporada, alcanzando en los últimos años unos 450 euros por kilo. A la hora de adquirir trufas negras para su consumo, debemos fijarnos en que su carne sea firme y que no tenga tierra; ya que eso aumentaría el peso y por consecuencia su precio. Una vez en casa hay que limpiarlas con agua fría y un cepillo, y secarlas con aire frío. Puede conservarse hasta 2 semanas en la nevesa y 10 meses congeladas.