Es frecuente que cuando descorchamos una botella de vino, no la bebamos entera. ¿Qué hacer entonces con una botella empezada para que no se pierda ese contenido sobrante?
El estadounidense Greg Lambrecht se dio cuenta de esta necesidad cuando su mujer estaba embarazada y él deseaba seguir disfrutando de su copa diaria de vino. Desarrolló la forma de servir una botella por copas sin que el resto del contenido se viese alterado. Tras diez años de pruebas, sacó al mercado Coravin.
Se trata de un dispositivo que se coloca sobre la cápsula de la botella, sin retirar el corcho. Posee un sistema hidráulico que, al hacerlo, acciona una aguja muy delgada que se mete en el corcho sin llegar a dañarlo, y con el único objetivo de extraer poco a poco el vino al volcar la botella, presurizándola antes con argón, un gas incoloro e inerte que hay en el aire que respiramos, y que tiene una reactividad química muy baja. Al terminar de llenar la copa con el vino que sale por la aguja, se quita el Coravin y el corcho se resellará, con lo que conseguiremos que el vino sobrante no entre en contacto con el oxígeno.
Coravin ha sido visto con buenos ojos no sólo por particulares, sino también por fabricantes, ya que permite servir copas para catas, previas a una venta. Además, en la restauración también ha sucedido lo mismo, pues permite ofrecer copas sin temor a que el resto se estropee. Su precio oscila entre los 210 y los 225 euros, en función de si se quiere comprar sólo o con cápsulas de argón.
REDACCIÓN gastronomia.com