Octopus vulgaris. El pulpo es un molusco cefalópodo que distinguimos por sus ocho tentáculos cubiertos de ventosas con las que se adhiere a las rocas y con las que atrapa a sus víctimas. Tienen una capacidad de adaptación sorprendente que le permite vivir en cualquier océano del mundo en sus diferentes especies y en todas partes es valorado a nivel gastronómico.
Pueden llegar a alcanzar pesos de 70 kilos en las especies más grandes, aunque los expertos apuntan que no es recomendable cuando la pieza pasa de un kilogramo de peso. La carne de las especies mayores es más dura.
Para ablandar el pulpo, el sistema clásico consiste en golpearlo repetidas veces sobre las piedras mismas en donde se pesca, aunque es verdad que si la pieza va a someterse a proceso de congelación el mazado no es necesario.
Limpiar el pulpo
Si tenemos un pulpo y no sabemos cómo limpiarlo, lo recomendable es hacerlo debajo de un buen grifo, frotándolo mientras se enjuaga. Le extraeremos una especie de bolsa amarillenta de su interior, los ojos y la boca. Podemos golpear con un mazo las ventosas para que suelte todas las arenas y sumergirlo varias veces más en agua para asegurarnos de que queda limpio del todo.
Cocinar el pulpo
Para cocinarlo, podemos meterlo en una olla lo suficientemente grande con un par de hojas de laurel y agua hirviendo. Lo cogemos por un extremo para que se pueda sacar del agua tres o cuatro veces. Es importante que el agua hierva bien y que con cada vez que lo sumerjamos los tentáculos del animal se ricen. Pasado este proceso lo dejamos hervir unos 30 minutos o algo más en función del tamaño. Al final de la cocción se sazona con sal, se saca del agua y se deja enfriar.
Receta de pulpo al ajillo
REDACCIÓN gastronomia.com
