Es uno de los alimentos más comunes a la mesa y, pese a algunas creencias, posee muchos beneficios para nuestra salud, por ejemplo por ser una importante fuente de energía, contener vitamina A y E y carecer de grasas.
Sin embargo, no todos son de la misma calidad, que depende en gran medida de los ingredientes y pautas para su preparación. Toma nota de algunos consejos para reconocer cuáles debes incluir en el carrito de la compra y cuáles no.
- Lo fundamental a la hora de calibrar si es bueno o no el producto es a partir de la materia que se ha utilizado. El tipo de harina es clave, siendo aconsejable emplear las que sean limpias y con proteína de calidad. La de trigo integral es una opción.
- El proceso de panificación es lo siguiente que hay que tener en cuenta, debiéndose cumplir los tiempos de cada una de las fases de amasado, reposo y fermentación.
- Una vez que ha salido del horno, debe conservarse fresco como mínimo un día entero.
- Nosotros como consumidores también tendremos que estar atentos a nuestros sentidos de gusto y olfato: tiene que saber y oler a cereales.
- Si nos centramos únicamente en la apariencia, la miga ha de ser consistente,-aunque puede variar según el estilo-, y su color suave, sin tonos rojos que indicarían que ha sido congelado.
- Cuando lo vayamos a consumir, es aconsejable hacerlo a temperatura ambiente y no caliente, puesto que cualquier pan recién salido del horno va a resultar siempre apetecible para nuestro paladar.
REDACCIÓN Gastronomia.com
