Quesos Reyes
En contra de lo que pudiera parecer, el topónimo Roque Faro no alude a la cercanía de ninguna torre iluminada. Muy al contrario, está relacionada con el amarillo brillante de las flores del Gonospermum canariense, popularmente conocido como “faro” y que se encuentra bien distribuido en la zona. Aunque no es una planta forrajera, sí que acompaña en estas medianías altas a algunas de las especies autóctonas más codiciadas por las cabras de raza palmera, como los tagasastes, las gacias, las tederas o los brezos. José Carlos y su hermano Luis se encargan de guiarlas por este entorno tan privilegiado, bajo la atenta mirada de sus perros pastores garafianos. Según la época del año y las necesidades nutritivas de la cabaña, que ronda los 150 ejemplares, refuerzan su dieta con una mezcla de cereales y leguminosas cuando regresan al corral. Doña Vicenta, madre de ambos, aporta la sabiduría y la experiencia en la elaboración de queso en esta explotación de marcado acento familiar. El ordeño se realiza a primera hora de la mañana, para a continuación filtrar la leche y mezclarla con cuajo. La mezcla se deja reposar durante unos 40 minutos y la cuajada resultante se va fraccionando para elaborar las distintas piezas de queso. Por lo general, Quesos Reyes suele inclinarse por unidades de pequeño tamaño, de entre 0,75 y 2 kilogramos de peso. Como es tradicional en el Queso Palmero, las piezas se salan con sal marina de La Palma y se ahuma con madera de pino canario. El resultado es un producto de primera calidad, contagiado de aromas centenarios transmitidos de generación en generación.