Claveles, buñuelos, moscatel y serenatas serán un año más los protagonistas estelares de la tradicional Fiesta de las Vírgenes, que rinde tributo a Santa Úrsula el 21 de octubre en Mallorca. Una tradición ancestral muy extendida en la isla marca que, durante la noche o verbena de la fiesta, los jóvenes cantan serenatas a las chicas vírgenes, y a cambio reciben vino dulce, buñuelos y chocolate caliente.
Hoy, acompañados o no de esas románticas noches de ronda, los buñuelos son los protagonistas gastronómicos de la fiesta convirtiéndose en los dulces representativos del otoño por excelencia. Estas dulces delicias pueden encontrarse tanto en las pastelerías como en los puestos efímeros que se instalan para estas fechas en las plazas y calles más céntricas de las localidades de Mallorca.
Durante la verbena del día de Santa Úrsula, los chicos salen a las calles y recorren casa por casa cantando serenatas y otras canciones de amor a sus enamoradas, si son correspondidos, ellas invitarán a los chicos a subir a casa para comer juntos buñuelos y beber moscatel. Tradicionalmente las serenatas se cantan junto a un clavel en la mano, que entregarán a sus amadas cuando les dejen subir.
Los buñuelos, productos estrella del Mediterráneo y protagonistas del otoño
El 21 de octubre también puede conocerse como “La Fiesta del Buñuelo”, ya que muchas familias deciden celebrar este día comiendo este tradicional dulce mediterráneo. Los buñuelos comenzaron a surgir durante el S.II a.C. tras una aparición en una receta de Catón el Viejo en uno de sus libros. Desde entonces se extendió rápidamente por todo el mundo y ya forma parte de la gastronomía mundial, en especial durante los meses de frío, convirtiéndose en uno de los productos estrella en las casas de muchas familias.
¿Cómo preparar estos tradicionales buñuelos de viento (bunyols de vent o de patata)?
- 150 g de harina
- 300 g de patatas
- 1 sobre de levadura
- Aceite de oliva (para freír)
- 2 cucharadas soperas de agua tibia
Se hierven las patatas y se chafan con el tenedor en un recipiente grande. Una vez conseguida la pasta, se le añade el agua, la harina y la levadura. Se remueve todo bien hasta que quede una masa uniforme y se deja reposar bien tapado con un trapo de cocina hasta que la masa esté bien subida.
Cuando ya esté lista, se pone una sartén grande al fuego con abundante aceite para freír. Se mojan las manos en un cuenco con agua fría para que la masa no se quede pegada en los dedos y se van tomando porciones del tamaño de una pelota de golf. Se hace un agujero en el centro de la masa con el dedo y se suelta con cuidado, como deslizándola, dentro de la sartén. Así, uno tras de otro hasta llenarla. Se doran por ambos lados y se colocan en papel absorbente para escurrir el aceite. Finalmente, se pasan por azúcar y se sirven.